miércoles, 27 de agosto de 2008

SALVACION

"Tuya es, Señor, la salvación; ¡envía tu bendición sobre tu pueblo!"
Salmo 3:8

David estaba cansado de vivir como un paria. Era un muchacho joven,
no había hecho nada malo, había sido un fiel soldado sirviendo a su
rey, y por envidia y celos de Saúl, tuvo que escapar para salvar su
vida. La muerte, la traición, la mentira y los soldados lo esperaban
detrás de cada roca, en cada valle, en cada ciudad. Había perdido a
su familia, a sus amigos, a sus posesiones, a su status social. Ahora
solo era un proscrito escapando de la ley.

Solo él sabía la verdad, para todo el resto del pueblo, era alguien a
quien buscaba la justicia del rey. Demasiadas mentiras sobre el
nombre de David, demasiado persecución sin sentido. David estaba
cansado, miraba para adelante y solo veía problemas. Problemas para
dormir en un lugar cómodo, problemas para saber que iba a comer al
día siguiente, problemas para buscar refugio de la lluvia, problemas
para encontrar consuelo.

Y en medio de tanta desesperación, cuando todo era una sombra que
amenazaba, escribe este salmo. Firme como el soldado que era,
defendiendo con su último esfuerzo la trinchera de su confianza,
David puede decir, seguro de lo que afirmaba, que Dios era, es y será
siempre la Salvación. Más allá de las dificultades cotidianas, de los
peligros y las amenazas, de las tristezas y dolores, de la injusticia
y la maldad, David sabía que Dios estaba por sobre todos los
problemas.

Dios es la salvación, por eso puede enviar su bendición a su pueblo.
Lo hizo con el joven pastor y soldado, y también lo hace hoy.

¿Tenés un día nublado y sombrío? ¿Te faltan las fuerzas para
enfrentar ese problema que tiene tantos años? ¿Te sorprendió una
dificultad que no esperabas y te quitó la paz? ¿Seguís esperando
respuestas a preguntas sin solución? David hoy te recuerda que Dios
es tu Salvación. Por más grave que sea tu problema, por más difícil
que resulte, por más injusto que te parezca, por más solo que te
sientas, Dios sigue siendo tu Salvación.

Es tu abrazo amigo, tu caricia amable, tu beso tierno, tu hombro para
llorar, tu brazo firme para sostener. Dios sigue siendo hoy tu
salvación, Él quiere darte su bendición. No dudés de Dios. Él no
cambia. Y te la va a enviar.

REFLEXIÓN - Dios sigue salvando y bendiciendo.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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